El año pasado visité Sevilla acompañada por mi amiga Maria José Barrera que me llevó a conocer los lugares más emblemáticos de la ciudad. Fue a principios de otoño y la ciudad estaba abarrotada de turistas y paseantes. Al doblar una calle accedimos a una pequeña plaza que en ese momento estaba completamente vacía de gente, algo bastante extraño. Se hizo el silencio con el único sonido del rumor del agua. Una naranja cayó de un árbol y se posó en el borde de la fuente. Fue uno de esos momentos mágicos en los que parece detenerse el tiempo, y quise guardarlo para siempre.
Esta acuarela es mi aportación a la I Exposición Internacional de Acuarela de Roquetas de Mar.
Saludos